Charlie y la fábrica de chocolate
El príncipe Pondicherry le escribió una carta al señor Willy Wonka y le pidió que fuese a la India y le construyese un palacio colosal hecho enteramente de chocolate.
Willy Wonka lo hizo. El palacio tenía cien habitaciones, y todo estaba hecho de chocolate amargo o de chocolate con leche. Los ladrillos eran de chocolate, y el cemento que los unía era de chocolate, y las ventanas eran de chocolate, y todas las paredes y los techos estaban hechos de chocolate, y también las alfombras y los cuadros y los muebles y las camas; y cuando se abrían las canillas, de ellas salía chocolate caliente. Cuando el palacio estuvo terminado, el señor Wonka le dijo al príncipe Pondicherry:
—Le advierto que no durará mucho tiempo, de modo que será mejor que empiece a comérselo ahora mismo. — ¡Tonterías!— gritó el príncipe— ¡No voy a comerme mi palacio! ¡Ni siquiera pienso mordisquear las escaleras o lamer las paredes! ¡Voy a vivir en él!
Pero, por supuesto, el señor Wonka tenía razón, porque poco tiempo después hizo un día muy caluroso con un sol abrasador, el palacio entero empezó a derretirse, luego se fue derrumbando lentamente, y el pobre príncipe, que en aquel momento estaba durmiendo la siesta en el salón, se despertó para encontrarse nadando en un enorme lago marrón de pegajoso chocolate.
Roald Dahl, Charlie y la fábrica de chocolate (fragmento adaptado)
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El señor Wonka tenía razón porque |
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La palmera, el tesoro del desierto
Los habitantes de los oasis son seres sedentarios que basan su economía en la agricultura; sobre todo en las palmeras, que con sus raíces profundas y sus dátiles que no maduran hasta pasados los 30°C, están perfectamente adaptadas al clima de los desiertos cálidos. Los dátiles son un valioso alimento hasta el punto de que muchos les dan más valor que a los cultivos de cereales. Algunos dátiles se usan para el consumo propio, y otros, los mejores, los que han recibido sol hasta quedar casi translúcidos, se venden al extranjero.
Además de ser una fuente de alimento, la palmera datilera tiene otros usos: el tronco proporciona madera, las hojas sirven para hacer chozas temporales y vallas para encerrar el ganado, y las puntas de las hojas se tejen para hacer cestos y sandalias. La base de los troncos puede quemarse como combustible, y la corteza que los rodea puede trenzarse para fabricar cuerdas muy resistentes. Incluso, se aprovecha el extremo del tronco, con el que se elabora un vino fuerte y dulce llamado glaghmi.
Revista "Muy interesante"Nº 146 diciembre 1997 (adaptación)
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¿Qué condiciones climáticas necesitan los dátiles para madurar? |
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Los mejores dátiles se usan para
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